Nos invita a recorrer los rincones más oscuros de lo cotidiano. Sus relatos combinan terror, humor negro y giros inesperados: desde escenas de violencia que recuerdan a Hostel o Silent Hill, hasta situaciones absurdas y macabras como las de El Pastor de los Gatos, pasando por guiños intertextuales como en Crepúsculo. Diamantino domina el arte de provocar escalofríos y risas a la vez, demostrando que el terror puede ser literario, inteligente y fascinante, y consolidándose como una voz imprescindible dentro del género.